Es lo que dicen sentir los actores al salir a escena, y ciertamente debe ser parecido a lo que sienten Brahim, Mohamed o Sidi en estos momentos.
En su ”teatro de los sueños” son los protagonistas quienes pagan las caras entradas de su primera y tal vez última representación, a un taquillero usurero, sin escrúpulos.
El camerino es amplio, diáfano, de color ocre, y sin embargo se apiñan junto al resto del reparto a la espera de el inicio de la obra, dejando sus huellas marcadas en el.
No hay tiempo para el maquillaje, y en esta ocasión será la luna quien haga los honores pintándolos de una luz mortecina, fantasmagórica…
Al salir a las tablas comprenden que no son las de un gran teatro repleto de éxitos o fracasos, aplausos o abucheos, lleno de historias tristes o felices.
Al contrario, es pequeño y frágil, sucio, maloliente y con fecha de caducidad.
En el interpretan en un solo acto, la ilusión, el miedo y la desesperación, el hambre y la sed, el horror… la esperanza.
Todo a la vez, mezclado con agua salada y madera en un coctel único e irrepetible.
El apuntador, que dirige un guión improvisado, les transmite susurros húmedos, graznidos de gaviotas, cantos de sirenas, ballenas, delfines... y un continuo ronroneo metálico…
Su público no les mira de frente, lo hace desde abajo con sus mismos rostros aunque deformados en mil pedazos.
Y nunca aplaude, guarda un silencio sepulcral, casi tanto como el de los propios actores intimidados ante una platea tan inmensa y que por momentos parece engullir tan pequeño escenario.
La representación se ve en ocasiones interrumpida por el llanto del recién nacido, la suplica del sediento, los gemidos del herido, el estertor del moribundo…
De repente al final de la sala parpadea una luz, y algunos actores ansiosos por finalizar se abalanzan sobre ella sin caer en la cuenta de que aun no es el momento del desenlace.
El improvisado escenario cruje, se tambalea, y finalmente gira sobre sí mismo arrastrándolos con él.
El pánico se apodera de todos en la lucha por conseguir el aplauso final, llevando al fracaso absoluto esta gran obra, hundiéndola en el fondo del mar.
Mohamed y Sidi junto a gran parte del reparto no protagonizaran nunca mas una obra, pagan con su vida el derecho a soñar con una vida mejor.
A Brahim por una vez le acompaña la suerte, esa que le falto desde su nacimiento.
Nota la arena en sus pies, y sin pensarlo echa a correr sin saber bien adonde, ni hacia que...
Verdaderamente emotivo, he sentido como esas mariposas revoloteaban en mi estómago.Te felicito.
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