lunes, 29 de agosto de 2011

Cuerdamente loco. Capitulo 1.

La línea que separa la locura de la cordura es especialmente fina, casi transparente.
En mi caso tan sumamente delgada que solo necesito un pequeño empujón para romperse.

Yo era una persona llamémosla “corriente”, un chico como cualquier otro.
Tenia amigos (pocos pero buenos), novia (ni muy guapa, ni muy fea), y familia (como la de todos, la que me había tocado en suerte).

Si es cierto que tenia un carácter algo difícil, huraño diría yo, tocapelotas lo llamaban otros, pero nada que hiciera presagiar aquello.

Todo se precipito cuando empecé a trabajar con gente “normal” en una oficina de “locos”.
Si, de locos, porque básicamente el trabajo consistía en hundir al compañero de al lado, pisotearlo si era posible, para así aparecer el primero del ranking que nuestro amadísimo jefe pintaba a diario en aquella odiosa pizarra blanca.
En la “ofi” los palotes no eran de azúcar, sino finas líneas negras pintadas tras el nombre de algún producto, y quien más palotes tuviera (el tonto del palote) era el mejor de todos.

 Así pasaron mis días durante varios años hasta que aquella presión insoportable empezó a pasarme factura y mi cabeza comenzó a gestar ideas extrañas.
Anhelaba poder ayudar al ultimo de la pizarra, deseaba no tener que engañar a nadie para ser el primero de la misma, me apetecía decirle al jefe lo grandísimo hijo de puta que era, asesinarlo, descuartizarlo y luego quemarlo….es cierto, tenia ideas muy raras en mi cabeza.

Ahora, pasado el tiempo, tengo claro que fue aquel lugar el que acabo por romper los finos hilos que me unían a la realidad, y que igualmente contribuyo a que quienes estaban a mi lado no supieran ver con claridad lo que me estaba ocurriendo a pesar de los signos evidentes.

Entre en un estado de apatía tal que me hizo pasar de los primeros puestos de la pizarra a un permanente ultimo lugar con el consiguiente enfado de mi jefe, enfado que acababa en rabia cuando al llamarme la atención mi respuesta era la indiferencia total y una enorme sonrisa de felicidad en la cara.

Abandone mi higiene personal, entrando en un estado próximo a la catatonia que me impedía realizar las tareas diarias más básicas.

Y entable conversaciones muy interesantes (cuando no, peligrosas o sin sentido) con aquellos chicos que se habían alojado en mi grisáceo y laberintico ático las veinticuatro horas.

Para entonces mi cuerpo había pasado de un todo en uno, a un todo en varios, y cuando me quise dar cuenta, un doctor de bata beige por lo ajada, barba negra teñida, cejas grises y pelo blanco, diagnostico mi enfermedad, “Esquizofrenia Paranoide Transitoria”.

No voy a decir que nos cogiera de sorpresa, mis pepitos grillos y yo hacíamos meritos para ello, se veía venir.
A quien le gusto menos aquello (o más) fue a mi empresa, la cual aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, decidió ponerme de patitas en la calle.

Y como se suele decir que las desgracias nunca vienen solas, a mi novia tampoco le pareció bien compartirme con tantos inquilinos que no podían pagar la hipoteca, y pocos días después nos invito a todos a abandonar nuestra casa sin un céntimo en los bolsillos.

Los amigos ya hacia tiempo que los había perdido, así que de repente me encontré solo, aunque acompañado constantemente.

Decidí recurrir a la familia.

Con mis padres no podía contar, ya que hacia un par de años que disfrutaban de una bonita casa de recreo con vistas a un gran cartel luminoso que, aunque ya no eran capaces de entender, rezaba en letras verdes de neón: “Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios”.

Solo me quedaba por tanto mi único hermano, con el que había roto relaciones aquella vez que sin querer prendí fuego en el salón de su magnífica casa de “La Moraleja”.
Un pequeño incidente sin importancia, si tenemos en cuenta que yo solo pretendía acabar con aquella hilera de hormigas cabezonas que atravesaban su preciado “chaise longue” de piel marca "Divato".
Su mujer, lejos de agradecérmelo, monto en cólera al ver que apaga aquel pequeño conato de incendio con su impresionante abrigo de marta cibelina.

No perdía nada por intentarlo, así que tire de móvil y lo llame.

-       Javier – le dije- , veras, resulta que según un reconocido doctor vengo a estar, sic, como una puta cabra. Temporalmente, cierto, pero como una puta cabra. Yo no conozco muchas cabras putas, ni santas tampoco, pero se ve que en mi trabajo no gustan estos animales y tras hacerme firmar una carta me dieron cinco minutos para recoger mis cosas. A María, si María, mi novia, ¿te acuerdas de ella?.... Bueno es igual, a lo que iba, que a María tampoco le ha gustado el diagnostico y ha cambiado la cerradura de nuestra casa. ¿Tu no tendrás una habitación para quedarme unos días?............ Oye Javier, ¿sigues ahí?....... “tutututututututu”….

Tras tan fructífera conversación me quedo claro que tendría que buscarme la vida yo solo, por lo que centre mis pensamientos en lo más importante para mí en esos momentos, comer algo que apaciguara mis protestonas tripas.

Fue justo así como acabe encontrándome con aquel aterrador payaso dedicado a la restauración de alto standing, Ronald McDonald.

(continuara....)

lunes, 22 de agosto de 2011

La oscuridad

El techo del soportal donde vive Miguel está adornado con multitud de luces incandescentes.

En el dibuja todas las noches sus propias constelaciones y en ocasiones se pierde en los agujeros negros de aquel universo paralelo imaginando que son la puerta de entrada a una bonita casa.

En ella, en el rellano, esta su madre, esperándolo, como siempre.
De repente el olor a tarta recién hecha lo inunda todo.

Su madre es guapa, muy guapa, pero nunca sonríe.

Intenta acercarse a ella, quiere besarla, mimarla, pero en ese momento la oscuridad se apodera de todo y la golpea en el vientre hasta hacerla doblar sus rodillas.

Maldita oscuridad, siempre vuelve a casa con los ojos inyectados en sangre.
Y su aliento…. lo peor es su aliento.

Decide que ya ha sido suficiente, que la oscuridad ha hecho demasiado daño y no puede permitirlo más.

Arranca rayos de sol y los clava una y otra vez sobre ella, con la saña de quien ha sufrido en silencio durante años.

La oscuridad desaparece dando paso al día, pero en su estertor le arrastra consigo sin remedio.

Miguel siente la luz en sus ojos, los abre y ve a una chica joven junto al cajero automático.

Recoge su caja de vino, sus cartones y su manta, y sin decir nada sale a la calle.

Piensa en su madre, en cómo le sonreía al visitarlo en la cárcel, y en el trozo de tarta que le llevo hasta que la enfermedad pudo con ella…


Ahora se sienta y estira la mano, seguro que la noche llega de nuevo pero la oscuridad se ha ido.


domingo, 21 de agosto de 2011

Cuando veo... cuando oigo... cuando siento...

Cuando veo… cuando oigo… cuando siento…

Cuando veo que se dedican tantas horas a un puto partido de futbol… a hablar sobre personas sin interés alguno, mamporrer@s de la televisión… a enseñarnos las imágenes de un diminuto personajillo endiosado que se atreve a llamarnos dioses a quienes no pensamos como el…

Cuando oigo hablar de mercados, ventas a la baja, ibex 35, deuda y agencias de calificación…

Cuando siento la desfachatez del político, la poca vergüenza del especulador, la basura en que se ha convertido esta vida...

Cuando veo, oigo y siento todas estas cosas, y muchas más, se me cae la cara de vergüenza por ser humano y olvidar esto…



sábado, 13 de agosto de 2011

El beso


En los días de sol el patio se ponía a rebosar.

Bajo un roble centenario aparcábamos nuestros carritos y andadores, todos en fila como si a punto de iniciar una carrera estuviéramos, y hablábamos de nuestras vivencias y recuerdos.

Martín, que era el mayor de todos, solía referir aquella ocasión en que, durante la guerra, se salvo de morir fusilado justo en el último momento. Al parecer, en su adolescencia ejerció de monaguillo, y el cura alertado por algún vecino llego corriendo hasta el lugar para pedir que lo dejaran marchar. El resto de condenados en aquel juicio sumarísimo no corrió tanta suerte, y entre otros contaba que murieron dos primos suyos y un hermano de su padre.

Esa vez se escapo de tan fatal desenlace, pero ya hacia dos veranos que apareció muerto en el sillón de su habitación. En sus manos tenía la foto de sus hijos que siempre llevaba en la cartera. La asistenta que lo encontró nos dijo días más tardes que tenia lágrimas en los ojos.

Yo no pude ir al entierro, nunca nos dejaban ir a los entierros de los compañeros, pero me contaron que al mismo solo fue el empleado del cementerio municipal, nadie más.

Su hueco en la parrilla de salida fue ocupado por otro señor que hablaba continuamente de su maravillosa familia, de sus abnegados y cariñosos hijos, de lo buenísimas personas que había criado junto a su difunta esposa.

Esto ocurrió a diario durante varios días, pero una mañana, Clara, que había trabajado toda su vida limpiando escaleras, no soporto más tanto discurso y le dijo con dureza:

-       ¡La familia!.., ¡La familia!... ¡de que cojones está hablando Don Ramón!... ¿donde están esos hijos que ha criado usted mejor que nadie?..., ¿los ve por algún lado?... perdone, pero usted esta tan solo como todos nosotros, tan solo como esta maldita inútil que le habla,  y morirá como nosotros, solo…  así que no me hable de esa perfecta familia que le ha abandonado…

Tras ese día, no transcurrió mucho tiempo en venir a darle su ultimo paseo un imponente Mercedes lleno de coronas repletas de flores,  pero Don Ramón no había vuelto a soltar una sola palabra, ni recibió la visita de nadie.
Curiosamente Clara murió al día siguiente, también sola, como en sus últimos años.

A mí, el resto de residentes me consideraba privilegiada, ya que regularmente recibía la visita de mi única hija, que haciendo grandes esfuerzos venia a verme una vez cada dos meses, o dos meses y medio…

Nunca quise llevarles la contra respecto a esto, porque aunque básicamente la visita consistía en un par de horas sentada en la cafetería más cercana, viendo como mi hija discutía con su pareja mientras yo me tomaba aquel descafeinado con sacarina, al menos podía verla y sentir durante una fracción de segundo, lo que dura un beso, aquella piel que tanto mime y protegí hasta que decidió que yo había pasado a ser un estorbo para su interesante vida.

Mi salud demostró ser de hierro, y lo digo porque aunque perdí la noción del tiempo, fueron muchas las caras nuevas que conocí, y otras tantas las que nunca volví a ver.

Y así ha sido hasta hoy.

Esta mañana al intentar levantarme no podía abrir los ojos, ni moverme, ni hablar. Quería hacerlo, pero no podía.

Desde entonces no he parado de oír como entraban personas en mi habitación, de hecho hacía años que no había tanta gente a mi alrededor.

Uno, que debía ser el médico, ha dicho que he sufrido un derrame cerebral y que no saldré de esta, que solo viviré lo que resista mi corazón.

No sé, debería estar triste tras escuchar esto, pero no lo estoy.

Al contrario, siento una enorme paz en mi interior. La verdad es que ya son muchos años aquí metida, viendo cómo se van unos y otros, y ya estoy cansada.

Solo me gustaría recibir un beso mas de mi hija, antes de morir.

No se ha portado bien conmigo. Me trajo a este sitio cuando yo aun podía valerme por mi misma, me dejo aquí y se fue sin mirar atrás. No le importaron mis lágrimas, ni mis suplicas para que me llevara con ella. Le prometí no molestarla, pasar desapercibida, pero miró a los ojos de su pareja, después a los míos, y se marcho.

Pero es mi hija, yo le cambie los pañales cuando era un bebe, le cure las heridas de sus rodillas cuando estaba aprendiendo a andar, la sostuve entre mis brazos cuando lloro al abandonarla su primer amor…  la quiero…

Por un momento puedo ver el roble centenario que me ha dado sombra los últimos años. A sus pies se encuentra una niña pequeña, vestida de blanco…  Me sonríe, me llama Mama y agita los brazos para que me acerque hasta ella, y yo corro, corro sin parar... Al llegar a su altura la miro a sus ojos, sus preciosos ojos, y en ellos veo un reflejo.  La imagen que devuelven es de una mujer joven, sin arrugas, ni manchas en la piel… Por momentos no me reconozco, pero sí, soy yo… Agacho mi cabeza y sin hablar le pido un beso a mi niña, un último beso…


martes, 9 de agosto de 2011

Impresentables

¿De que van los políticos?

No hay un solo día en que algún político no se descuelgue con declaraciones solicitando moderación salarial, recortes de derechos laborales y un sinfín de cosas en la misma línea.

Si no hace mucho fue el Sr. Rajoy quien se despacho con estas preocupantes declaraciones. , Tendremos el Estado de bienestar que podamos permitirnos”, ahora ha sido el Sr. Rubalcaba quien recomienda, “pactar un acuerdo sobre rentas que incluya moderación salarial y de beneficios "al servicio de la competitividad y de la creación de empleo".
Tengo que reconocer que en principio me parecía un buen sustituto al caducado Sr. Zapatero, pero pronto ha cantado la gallina.

Pedir moderación salarial solo servirá para aumentar los beneficios de los altos cargos de las grandes empresas.
¿O es que el Sr. Rubalcaba es tan ingenuo que cree que estos se recortaran sus beneficios para ayudar a salir de la crisis?

Si tanto interés tienen todos nuestros políticos en recortar gasto, bien podrían ser ellos los primeros en dar ejemplo.
Pero no, sus sueldos y privilegios que no se los toquen.
Y los de sus amigos los banqueros, tampoco.

¿Y porque no combaten de verdad la economía sumergida?, ¿que intereses manejan todos los gobiernos que ninguno hace frente a esto?

Durante años he sido no solo votante, sino también militante socialista, hasta que el Sr. Zapatero aprobó una reforma laboral injusta e inútil a todas luces.
Automáticamente rompí mi carné de afiliado.

No soy ningún ingenuo, y tengo claro que si un supuesto socialista es capaz de plantear medidas de este tipo, que nos cojan confesados con las que llegaran de la mano de un gobierno de derechas.

Mis ideales de izquierda no los van a cambiar ni la crisis, ni estos nefastos dirigentes que ahora sufrimos, pero al menos me reservare el derecho a no votar ni a unos ni a otros.

Unos ya han demostrado que no sirven, y los otros solo tienen afán de poder.
A la vista esta que no presentan una sola propuesta y se limitan a regocijarse de lo mal que va todo, sabiendo que eso a ellos les va bien.

Aunque, ahora que lo pienso, a los políticos siempre les va bien…

domingo, 7 de agosto de 2011

Crisálida


Sin vuelta atrás afronto el momento.

Por un instante creo ver la cara de mi padre reflejada en el espejo que lo vio morir. El mismo espejo donde cada mañana me alzaba para decirme entre risas que yo era el chico mas guapo del mundo, su machote, mientras peinaba mi rebelde flequillo. Después, sin tiempo para mas, me dejaba en los brazos de mi madre para que esta me llevara al cole mientras el marchaba a trabajar.

Ha pasado mucho tiempo ya desde entonces, de su muerte, de mi niñez, pero lo recuerdo como si solo una luna hubiera nacido y muerto hasta ahora.

Me hubiera gustado que hoy me esperara junto a mi madre, y contarle que no me gustaba ver aquellos interminables partidos de futbol junto a el, que me aburrían enormemente aquellas películas del oeste, que detestaba el disfraz de vaquero que me regalo… pero que cualquier cosa que me pidiera lo habría hecho sin rechistar.

No es que estas cosas se descubran de pronto, siempre aborrecí mi envoltorio, pero es cierto que aquella mañana, frente a aquel espejo, tuve la certeza de quien era sin ninguna duda.

El traje de mi madre era de seda, y aunque yo solo contaba diez años ya era casi tan alto como ella, encajando como un guante en mi piel, salvo por aquello, aquello que sobraba en mi cuerpo…

No tuve tiempo para contárselo… joder, solo era un niño asustado en un cuerpo equivocado y él se fue muy pronto.

Me hubiera gustado que hoy me esperara junto a mi madre y contarle que ha llegado el momento, que su machote lo querrá igualmente cuando acabe todo, cuando en mi cuerpo encajen trajes de seda sin que nada moleste, sin que nada me avergüence…

Mis ojos se vuelven pesados, y sonrio antes de quedarme dormido, cuando despierte no habrá rastro de Mario, solo quedara María.

Sin vuelta atrás afronto el momento.

sábado, 6 de agosto de 2011

Bueno, Y Qué...?

El cuerpo me pide gritar, lanzar palabras al viento que solo yo pueda oír, sin temer a falsos aduladores y mal pensados.

Sin que se mida todo lo que digo, sin que se busque el doble sentido donde solo hay uno, claro y conciso.

La vida es más sencilla de lo que crees, ¿Por qué te esfuerzas en complicarla?...

El cuerpo me pide decir ladrón al que roba, mentiroso al que miente y cobarde al que se esconde.

Pero la cabeza me dice que pare, que no vale la pena luchar con molinos de viento cual Quijote loco.

¿Loco?.... 

EL cuerpo me pide que rompa, que parta y reparta, que olvide lo correcto, lo asquerosamente correcto, lo políticamente correcto…

Pero la cabeza me dice que pare.

Desprecio a quien cree saberlo todo, a quien no ve mas allá de su ombligo, al que solo ve enemigos en sus vecinos…

Me importa un bledo si te gusto, o si no.

No te obligo a leerme y aun menos a juzgarme.

Quien me conoce bien sabe quién soy, lo que pienso, mis virtudes y defectos, mis muchos defectos…

No soy perfecto, pero tu tampoco, ¿y qué?...

No me vendo al fariseo, ni al hipócrita.

Odio al envidioso, al avaro y al usurero.

Mi credo... mi religión, tiene nombres de personas de carne y hueso, viven conmigo a diario, rio, lloro y peleo con ellos…

Pero no critico el tuyo, haz lo que te venga en gana con él, pero no vengas a joderme a mi casa…

Lo tienes muy sencillo, amigo “anónimo”, borra esta página de tus favoritos y no entres mas en ella, pero si lo haces no esperes leer lo que buscas, ni publicados tus insultos y amenazas…

jueves, 4 de agosto de 2011

Homo Animâlis

Solo de esta forma se puede llamar, porque evidentemente se han quedado en un estado anterior al Homo Sapiens, al animal o animales que han tiroteado a el lince hallado muerto el pasado lunes en un lindero entre dos fincas de mi pueblo, Aznalcázar.

Flaco favor hacen estos furtivos a aquellos que realizan de forma sensata la practica cinegética.

Y digo furtivos, porque no me pasa por la cabeza que entre los cazadores haya ningún descerebrado que haya podido hacerlo.
Los habrá mas o menos reacios a la figura del lince, pero saben perfectamente que este tipo de cosas no les viene nada bien.

Menos aun a la Sociedad de Cazadores de Aznalcázar, los cuales me consta están muy concienciados con este tema.

Ya es el segundo ejemplar en poco tiempo  y supone un varapalo importante para el Proyecto Life Lince.

Esperemos que no se repita.

Noticias relacionadas:

Diario Publico
Europa Press
RTVE



miércoles, 3 de agosto de 2011

Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2001. Hipocresia en estado puro.

Del 16 al 21 de Agosto se celebraran en Madrid las Jornadas mundiales de la Juventud con la visita del Papa  Benedicto XVI.

Hasta aquí nada que objetar.
La Iglesia, como cualquier otra organización, esta en su perfecto derecho de organizar tantos eventos como quiera.

El problema radica en que mientras los gobernantes de la Comunidad de Madrid apuestan por privatizar sectores tan importantes como Sanidad o Educación para reducir gastos (mas bien, para ganar dinero con ellos, no nos engañemos), no tienen ningún reparo en financiar con dinero publico una actividad religiosa (concretamente, cristiana) en un estado laico.
Aproximadamente 30 millones aportaran Ayuntamiento y Comunidad.

Peor aun me parece la actitud del Gobierno  (al que se le llena la boca de laicidad, acomete reformas laborales perjudicando claramente al trabajador, baja sueldos de funcionarios, congela pensiones, etc, etc) que aportara no menos de 25 millones de euros.

El resto, hasta los 100 millones (¿cuantas personas podrían comer en Somalia, Kenia, etc, con este dinero?) que se estima costara la "visita pastoral y privada", que no de estado, lo aportaran grandes empresas.


 Si la iglesia quiere seguir contando a sus jóvenes, entre otras cosas, que los homosexuales y lesbianas son enfermos que no merecen formar una familia,  que hay que morir sufriendo lo indecible para alcanzar el paraíso.... perfecto.... pueden seguir anclados en su costumbres atavicas.... pero al menos que no se paguen sus proclamas con los impuestos de quienes no comulgamos con ellos.

Es vergonzoso, y da asco.

Y lo dejo aqui, que me caliento y.........

lunes, 1 de agosto de 2011

Un descabellado plan (Relato completo)

Este relato tenia pensado publicarlo en tres entregas, pero tras quince días de vacaciones y la ayuda de un buen amigo en forma de ideas, esta terminado y para que esperar mas.
Aquí lo tenéis por tanto completo.


UN DESCABELLADO PLAN

Capitulo 1

Estaba bloqueado, ni mas, ni menos.

Ocurría que solo podía escribir cuando la depresión me alcanzaba.
Era en ese momento y no en otros cuando la inspiración llegaba en forma de texto.

Curioso que cuando menos ganas tenia de vivir fuera el momento que en mi cabeza fluían mejor mis ideas, pero era así, tal cual.

Mi editor llevaba meses presionándome para que escribiera una nueva novela, pero tras los éxitos alcanzados con las primeras, me había situado en un permanente estado de felicidad absoluta.
La suerte me sonreía, mi bolsillo estaba lleno e incluso sacaba la polla a pasear con más frecuencia que antes, así que, ¿Por qué iba a estar deprimido?.

Lo había intentado todo para conseguirlo, pero no había forma.

Veía a diario imágenes de cuerpos desmembrados en informativos, buscaba videos de ejecuciones en internet, escuchaba durante horas monólogos de “la Esteban”, discursos de navidad del Rey, conferencias de Aznar en FAES, leía a Antonio Gala….. Pero nada, seguía siendo feliz.

El problema estaba servido por tanto, mi compromiso eran tres libros al año y al ritmo que iba era imposible cumplirlo. 
La penalización económica por esto era tremenda, me dejaría en la ruina.

Y yo no estaba dispuesto a dejar de gozar con los placeres ocultos que había disfrutado desde que mis novelas, una tras otra, habían alcanzado la condición de Best-Sellers.

Ante esto se me ocurrió algo descabellado, insensato, disparatado, absurdo y cientos de sinónimos más.
Si todas las medidas tomadas antes no habían servido para caer en la depresión más salvaje, solo me quedaba una salida… fingir mi propia muerte y tomarme unas vacaciones eternas en una playa caribeña junto a mulatas exuberantes deseosas de atenderme.

El plan era sencillo, entre comillas. 

Solo tenia que sobornar a un primo hermano que trabaja en el deposito de cadáveres de la ciudad como vigilante de seguridad, conseguir que montara en mi deportivo uno de tantos indigentes sin familia que llegaban allí todas las semanas, y simular un accidente en el que el coche ardiera hasta dejar irreconocible al susodicho.

Como he dicho, un plan muy sencillo…

Para entonces yo ya habría salido en un vuelo privado rumbo a mi isla paradisiaca, con un pasaporte falso y dando esquinazo a mi editor.
.
Mi primo nunca había sido, digamos, un lumbreras. Apenas alcanzo a conseguir el graduado y su principal afición era sacarse los mocos de la nariz y pegarlos bajo la silla del instituto. Lógicamente no acabo sus estudios y ahora sobrevivía a duras penas en una habitación alquilada de el hostal mas cutre de Madrid.
No fue por tanto difícil convencerlo para que accediera al que a la postre acabo confirmándose como un desatinado plan.

Las cosas se empezaron a complicar pronto, el día elegido para la farsa, cuando mi primo se presento muy de mañana en el magnífico Chalet de La Moraleja donde vivo.

No venia solo. A su acompañante solo le faltaba colgarse un letrerito al pecho donde se leyera, “Sicario a sueldo. Hago buen precio”. Mexicano, sin duda, venia tocado por un bigotito fino y afilado en sus puntas que hacia juego con la gabardina negra de cuellos puntiagudos.

Parecía que en cualquier momento iba a sacar dos subfusiles de entre los pliegues de la misma y empezar a disparar a todo lo que se moviera, como si de la película “El Mariachi” se tratara.

Tras darle varias collejas a Daniel, que así se llamaba mi primo, para tranquilizarme, no tuve mas remedio que aceptar que este nuevo personaje formaría parte de la trama.

Daniel me comento que Alcides, el mexicano, había formado parte de uno de los carteles mas peligrosos de su país, el de Sinaloa, pero que por circunstancias había tenido que salir huyendo para evitar que le hicieran una bonita “corbata colombiana”.

Yo no quise llevarle la contra, pero aunque cierto es que la primera impresión me llevo a pensar en la figura del sicario, ahora que lo miraba mejor no estaba tan seguro.
Alcides no alcanzaba el metro sesenta, bajo la gabardina asomaba una prominente barriga fruto de cientos de Coronitas y le fluía constantemente un hilillo de baba en la comisura de los labios, por lo que se me hacia complicado pensar que fuera un peligroso asesino

Ante esto, yo no alcanzaba a ver que pintaba este señor en el plan.

-       Mire guey -me dijo Alcides-, yo por la plata soy capaz de chingarme a mi señora madre si hace falta, así que aquí me tiene a todo calzón.

Un tipo así no aceptaría un no por respuesta, y de todas formas estaba claro que mi primo lo había puesto al día de todo, con lo que no me quedo mas remedio que incluirlo en el grupo.

Daniel me había llamado la noche antes para decirme que había llegado un indigente con características físicas similares a las mías.
Lo habían encontrado, ironías del destino, muerto en su banco del parque y abrazado a mi último libro, “Setas asesinas”.

No tenia papeles y seguramente nadie lo reclamaría, con lo que era un candidato perfecto.


Capitulo 2

Había llegado el momento y tras escoger para el desconocido mi mejor traje y mi mejor reloj, que hasta para morir hay que tener clase, partimos hacia el depósito cuando el sol empezaba a ponerse.

Días antes había transferido parte de mis ahorros a un paraíso fiscal y a la cuenta del Señor Rigoberto Melocómo ( nombre que había elegido para mi nueva vida en el Edén). Solo el (u séase yo) y de forma personal podría hacer uso de ese dinero a su llegada. Las instrucciones al banco para su retirada eran claras, Rigoberto debía presentarse en sus oficinas en no más de cuarenta y ocho horas a partir de hoy, y tras identificarse correctamente, decir en voz alta la siguiente cita de mi admirado Woody Allen:  El dinero es mejor que la pobreza, aunque sólo sea por razones económicas.

El resto de mi dinero, unos tres millones de euros en billetes de quinientos y en efectivo, los deje bajo la custodia de mi primo con las instrucciones de que deberían volar conmigo hasta el paraíso.

El trayecto fue de lo más entretenido.

Para relajar tensiones mi primo tuvo “la genial idea” de contarnos chistes de difuntos -¿Qué le dice un muerto a otro?..¿Quieres gusanitos?...-  y Alcides para no ser menos, lo hizo sobre asesinatos - Este fin de semana, en Lepe, ha habido dos muertos: uno por asesinato, y otro en la reconstrucción judicial de los hechos -.

Curioso que el mexicano de los huevos usara chistes de Lepe, muy curioso…

Al llegar a nuestro destino Daniel nos comento que esperáramos un momento aparcados a unos metros de la puerta trasera del contenedor de fiambres y así lo hicimos.

Minutos después nos abrió y mediante gestos nos indico que le siguiéramos al interior.

Unos pocos metros más adelante encontramos la sala frigorífica.
No había menos de diez casillas, estando marcadas por nombres solo un par de ellas.
El resto eran ciudadanos anónimos que nadie echaba en falta, solo números y códigos de barra adheridos al frio metal.

-       Bien – le dije a mi primo - , saquemos a nuestro amigo y salgamos pitando antes de que nos descubran.

-       Veras, Gonzalo -me dijo-, resulta que no he conseguido el numero identificativo de nuestro amigo, así que habrá que buscar un poco.

Diez, nueve, ocho, siete…. Colleja, colleja, colleja… tres, dos, uno. Uff, ahora mejor, más tranquilo.

Al abrir la primera casilla nos encontramos con una chica joven muy guapa.
Sus rasgos eran suaves, elegantes, y su cuerpo desnudo incluso resultaba pecaminoso a pesar del tono azulado de su piel.

Ahhh, ahhh, ahhh, umm, umm…..

-       ¿Pero qué cojones…?... ¡Quieres dejar de darle a la zambomba, mexicano del diablo!. Serás pervertido.

-       Ay, lo siento guey, es que me excite nomas al ver tan linda chavita.

Fue necesario encontrarnos un viejo canoso con mofletes sonrosados y una mujer obesa con pechos operados antes de abrir la casilla correcta y encontrar mi alter ego.

El parecido era realmente increíble. Podría haber pasado perfectamente por mi hermano gemelo excepto por el detalle de una dentadura desastrosa, consecuencia sin duda de los años pasados junto a su mejor amigo, “Don Simón”.
También, y hay que reconocerlo, el desconocido gastaba un “Nacho Vidal” que ya me hubiera gustado a mi disfrutar, y más aun a mis amantes.

Pero eran “pequeñeces” que quedarían reducidas a cenizas en el accidente que iba a sufrir.

La tarea de vestirlo fue más complicada de lo que esperábamos debido al rigor mortis, y ante nuestra falta de experiencia  y la premura de tiempo, finalmente optamos por abrir el traje por detrás con unas tijeras y hacer pasar solo piernas y brazos por él a modo de funda.
De esta guisa volvimos sobre nuestros pasos, con un muerto ataviado con un traje carísimo y un reloj impresionante, pero con la espalda y el culo azulado al aire brillando bajo la luz mortecina de aquel pasillo.

Al salir metimos a “Nacho”, que así le iba a llamar tras ver sus enormes atributos, en el maletero de mi deportivo junto a varias garrafas de gasolina. 

Además Daniel ya había preparado un segundo coche que conduciría Alcides junto a él tras la explosión para acercarme a mí hasta el vuelo privado que me llevaría al Caribe y a ellos de vuelta a casa.

Di por sentado que buscaría un coche de alquiler, lo normal para estos casos, pero no, frente a mis ojos me encontré con el típico Mercedes funerario negro que en tantos entierros había visto. En su interior iba anclada una urna cineraria.

-       ¿A ver primo – le dije mientras respiraba profundamente para calmarme - , de verdad no había otro coche algo más discreto para la ocasión?

No esperaba una respuesta muy inteligente, ni siquiera una salida airosa, pero es que ante mi pregunta se limito a encogerse de hombros, poner cara de niño malo y finalmente se rasco sus pelotas mientras emitía una risita absurda.. “Jen, jen, jen…”

Así que no me dejo otra opción… una colleja más.

Joder, como se me había ocurrido poner mi muerte en manos de semejantes idiotas.

Sin más dilación partimos en extraña comitiva fúnebre (el muerto delante en mi maletero, y el coche funerario con la urna que debía contener las cenizas de algún difunto anónimo siguiéndome detrás) hacia nuestro destino, el Puerto de Navacerrada.

Ya era noche cerrada, habíamos conseguido salvar la vigilancia del depósito y salvo “detallitos” el plan parecía que llegaría a buen fin, al menos lo parecía…

Capitulo  3

… hasta que justo en el inicio de la subida al puerto nos pararon a ambos coches dos picoletos motorizados del  Seprona.

-          Buenas noches Caballero. ¿Pueden decirme hacia donde se dirigen?  - me dijo el agente amablemente mientras palpaba el revólver que llevaba al cinto –

La verdad es que no había barajado este contratiempo por lo que tuve que improvisar sobre la marcha…

-          Buenas noches agente. Pues vera, resulta que mi madre falleció ayer y su última voluntad era que esparciéramos sus cenizas en lo más alto de la sierra y cuando la noche fuera cerrada. Ya sé que puede sonar algo raro pero tengo que confesarle que aunque un servidor tenía en gran respeto a su señora madre, no es menos cierto que en los últimos años esta había perdido la cabeza llegando a creerse águila perdicera en ocasiones, halcón peregrino en otras, lo que obligo a la familia a tenerla amarrada constantemente a la cama porque era ver una paloma y lanzarse en plancha sobre ella sin más remisión. Esto le genero la perdida de varias piezas dentales, obligándonos a alimentarla con potitos de verduras en sus últimos días. Aunque también es cierto que prácticamente no los comía, porque en su demencia decía tener polluelos en su nido, o séase cama, y los regurgitaba tal ave rapaz para alimentarlos. En el último mes su locura fue a más y constantemente gritaba que sus polluelos habían venido a vivir a este puerto, lo que nos lleva a la petición descabellada que le explicaba al principio de nuestra  conversación pero que como buen hijo no tengo mas remedio que atender.

Ante semejante perorata el guardia civil quedo por un momento totalmente desconcertado.
Arqueo la ceja derecha, bizqueo ostensiblemente el ojo izquierdo y finalmente alcanzo a decir visiblemente emocionado:

-          Sinceramente Señor, esta es la historia más increíble que jamás me han contado, pero tratándose de la última voluntad de su señora madre no será este servidor de la patria quien le niegue su deseo. Que no hay cosa más grande, solo el amor a España y a la familia Real, que la madre que nos da la vida. Es mas, mi compañero y yo le acompañaremos hasta lo más alto de este puerto para que pueda llevar a cabo acto tan noble.

-          Muchas gracias Señor Agente. No dude usted que le tendré siempre presente en mis rezos, y que mi señora madre desde el cielo en el que voló en sus últimos días, velara por usted.

-          Por favor, es mi obligación. Romerales, -dirigiéndose al segundo agente-, yo encabezare la marcha y usted la cerrara tras el coche fúnebre. Informe al conductor del mismo para que este al tanto de lo dispuesto.

Por el espejo retrovisor atine a ver como el agente en cuestión se acerco hasta el coche fúnebre y como Alcides asentía a las indicaciones que recibía.

A estas alturas ya estaba claro que el plan se había ido al garete.

Era del todo imposible seguir adelante y solo quedaba llevar a cabo la pantomima de lanzar las anónimas cenizas al aire, rezar para que todo saliera bien, y volver a casa. Indiqué por tanto al agente que encabezaba la comitiva que íbamos hacia la cima del pico de Peñalara, pensando que debido a la dureza del ascenso los agentes no nos seguirían hasta el final.

Me equivoqué de nuevo.

Los guardias civiles nos acompañaron hasta donde pudimos llegar con los coches, y luego nos siguieron a pié hasta la laguna glaciar desde donde comenzamos la ascensión a la cima.

En mis brazos iba en todo momento la urna cineraria que había cogido del coche fúnebre indicando a los agentes que esta contenía las cenizas de mi santa madre. Mi primo, que como les había dicho no es ningún lumbreras, no paraba de gesticularme a escondidas de los civiles todo el tiempo, pero no le preste la mayor importancia, y lo achaque a que los nervios habían acrecentado un tic que contrajo, según explicaba a veces, en los baños del cuartel donde hizo la mili.
Nunca entro en detalles de lo que paso, y sinceramente, yo preferí no saberlo.

 Alcides mientras tanto nos seguía en silencio.

Después de un duro ascenso, logramos coronar el pico cuando ya estaba amaneciendo. Yo iba en cabeza, seguido de la pareja de la guardia civil, y cerrando la extraña cordada iban mi primo y Alcides.
Por momentos creí que los guardias no llegarían hasta el final, ya que el agente Romerales, de oronda figura, iba dando resoplidos y sudando por todos los poros de su cuerpo.
Sin embargo el agente que parecía de mayor graduación  nos dijo que un miembro de la guardia civil nunca abandona una misión.
Cuan complicado ponía todo esto, pero cuan orgulloso me sentí de estos abnegados agentes de la Benemérita.

No había vuelta atrás, por lo que solo quedaba continuar con la escenificación de esparcir los supuestos restos de mi difunta madre.

Por lo tanto, me coloqué al borde del precipicio y dije solemnemente:

 – Oremos.

Inmediatamente los guardias adoptaron posición de firmes y descubrieron sus cabezas. Alcides agacho su cabeza representando muy bien su papel, pero mi primo empezó a gesticular más si cabía, sin importarle que los guardias civiles lo pudieran ver.

Note entonces que los agentes se miraron entre ellos, y antes de que pudieran sospechar que algo raro estaba pasando, actué con rapidez vaciando la urna en el vacío.  

Mi sorpresa fue mayúscula al ver como de la urna salieron cientos de billetes de quinientos euros, y como descendían  lentamente hacia el bosque que había al fondo del precipicio.

En ese momento todo se precipitó. Los dos agentes descubrieron el pastel y ambos echaron rápidamente mano a sus armas reglamentarias. Alcides, de quien en un principio había dudado, demostró ser todo un profesional y en decimas de segundo saco una recortada que llevaba bajo la gabardina y, con una rapidez increíble, disparó a quemarropa sobre el primer agente, dejándole el pecho reventado y matándole al instante. No tuvo tanta suerte con Romerales, el cual aún tuvo tiempo de sacar su revólver y dispararle, dejándolo herido de muerte sin remisión mientras el mexicano exclamaba: “Me chingaste, guey”. Por su parte, mi primo, con agilidad felina inesperada, se arrojó hacia él agente, cayendo ambos al vacío con tan mala suerte para mí que Daniel se agarró a la pernera de mi pantalón y me arrastro con ellos montaña abajo.

Pero el destino, como todo el mundo sabe, es caprichoso, y conmigo se cebó.
Digo esto porque en mi caída, choque contra un saliente y quedé clavado en la roca, con tan mala suerte que el golpe principal lo recibí en la columna vertebral, quedando colgado en el saliente sin poder hablar ni moverme de cintura para abajo. Y no podía hablar porque en la caída saqué la lengua perdiendo la misma de un mordisco al golpear contra la dura piedra. 

No conforme con esto, un trozo de rama me atravesó la pierna derecha haciéndome sangrar profusamente a través del muslo y consiguiendo por fin que acabara desmayándome.

Tras estar inconsciente varios minutos, un horrible estruendo justo en el bosque que había al pie de la montaña consiguió despertarme. Comprendí que todos mis acompañantes habían fallecido. Luego, miré hacia abajo y creí estar alucinando al ver lo que por su aspecto y ropas parecían asiáticos y  negros, árabes y judíos, europeos y americanos, y así varias etnias mas, enzarzadas en una violenta lucha por conseguir el mayor numero de billetes, si…, mis billetes…

Se mataban entre ellos sin compasión utilizando todos los objetos susceptibles de servir como armas (cuchillos para la carne, tijeras de barbacoa, hachas y martillos, picas de campings, palos de sombrillas…).

Ya era de día y pude observar claramente que aquello era un campamento y que justo en una esquina del mismo un gran cartel ponía:

-          IV Convención mundial de Credos del Mundo. Alianza de Civilizaciones.

Eso explicaba por qué había tanta variedad de razas y vestimentas en la batalla, batalla en la que cada vez quedaban menos luchadores y más cuerpos desmembrados, mutilados y destripados, tendidos en el suelo desangrándose sin que nadie se preocupara por ellos.

 Al final, todo quedo en silencio. Los más fuertes sobrevivieron y repartieron entre ellos el dinero, marchándose de allí y abandonando al resto a su suerte. Y eso me hizo pensar que, aunque durante toda la historia de la humanidad los hombres han tenido la necesidad de creer en algún ser superior que les guiase y les uniese como hermanos, no es menos cierto que desde que el mundo es mundo, en asuntos materiales y pecuniarios, ni hermanos ni primos, nos convertimos en el ser vivo más cruel y despiadado de los existentes en la faz de la tierra.

Han pasado unas horas, y aunque ya ha llegado la policía al campamento, nadie repara en el pobre individuo que espera la muerte al borde de un saliente de la montaña. Intento gritar, pero es imposible, no tengo lengua.
 A mi lado se han posado dos buitres que poco a poco me van desgarrando la herida abierta de mi insensible pierna. En uno de ellos me parece ver la misma cara enfadada que ponía mi madre cuando me descubría masturbándome en el baño con la Interviú en la mano. Tal vez sea el castigo por haber utilizado su memoria de forma tan vil para engañar a la guardia civil.

En uno de mis manotazos para defenderme de los buitres, que ya se han comido gran parte de mi muslo derecho, he palpado en mi bolsillo un objeto duro, y he recordado que siempre llevo encima mi mini ordenador portátil de última generación por si me llega la inspiración que últimamente no conseguía. Mini ordenador con webcam incorporada que hasta ahora había utilizado básicamente para grabar a las prostitutas que, a cambio de grandes cantidades de dinero, se atrevían a realizar todas las perversiones que mi mente podía imaginar, que por cierto son muchas y variadas.

En un último momento de lucidez he decidido escribir mi historia en el procesador de texto del mismo.
Si alguien la está leyendo en estos momentos supongo que habrán encontrado por fin mi cuerpo en el saliente, al menos lo que hayan dejado de él los buitres, y que a partir de este relato los investigadores podrán explicarse qué ha provocado la matanza (seguro que al tratarse de un campamento dedicado a la Alianza de Civilizaciones podrían haber sospechado de Zapatero) y sobre todo informar tanto a las familias de  los heroicos guardias civiles como a sus mandos, de su comportamiento ejemplar y entrega desinteresada hasta en las situaciones más inusitadas.

Tal vez hayan encontrado también a “Nacho”…

Es curioso, me encuentro muy deprimido y acabo de tener una muy buena idea para una novela. Podría ser un nuevo Best_Seller. Lastima que ya no me quede tiempo y que el buitre que se parece a mi madre me este mirando fijamente. ¿Y si aun pudieran salvarme?… Empezare por si acaso, aunque estoy viendo como un enorme pico se aproxima hacia mi ojo y, añjsdlkfaañsihdñaubsdñafvv,n a al´mam´dmaim´badbad m…………………...