Nunca pensé en publicarlos, pero su pésima calidad empezaba a estropear el cajón donde los guardo.
Al menos no perderéis demasiado tiempo al leerlos ;-)
MANUEL
La mano cerrada, la mente abierta, la inocencia intacta.
Manuel acaba de descubrir que nunca más podrá fingir estar enfermo.
Su madre hace tiempo que sospechaba algo, pero ayer decidió llevarlo al médico.
"Este chico no tiene nada, solo cuentitis".
La frase del doctor aún resuena en sus oídos.
No ha sentido vergüenza al escucharla, solo puede pensar en que mañana no podrá faltar al colegio.
El infierno este año se llama 4ºB, pero antes fue 1ºB, 2ºB..... el diablo no es Satán, ni Lucifer, simplemente se llama Diego.
La mano cerrada, la mente confusa, la inocencia tocada.
Mama siempre ha dicho que no se le puede pegar a nadie.
Y si mama lo dice debe ser así.
La terrible bocina anuncia la hora del recreo.
Un enjambre de niños revolotea a su alrededor, felices, pero el no quiere salir al patio.
Para hoy, su verdugo privado le tenía reservada una sorpresa.
Hoy no le pegara solo, se ha acompañado de varios "chulos" más y se lo pasan entre ellos como si de una pelota se tratase.
Sabe que no puede levantar la vista, ni siquiera hablar, de lo contrario los golpes serán aún más fuertes.
Manuel regresa a casa un día más, los labios prietos y las mejillas calientes.
Pero no dirá nada a nadie, se siente culpable.
La mano tiembla, la mente duele, la inocencia grita
No recuerda el número de palizas sufridas, las vejaciones recibidas, pero han sido demasiadas.
A su alrededor hablan de lo bien que lo pasaron en el viaje fin de curso, pero el decidió no ir.
El riesgo de que en su misma habitación estuviera Diego era importante, y solo con pensarlo temblaba de miedo.
Aun ha tenido tiempo su acosador de tirarle las gafas y pisarlas sin compasión, pero le ha dado igual, con un poco de suerte no tendrá que volver a verlo.
Manuel es buen chico, pero en su cabeza empieza a tener ideas extrañas.
La mano abierta, la mente cerrada, la inocencia perdida
El verano anterior a su entrada en el instituto no ha sido como los demás.
Su cuerpo ya no es el de aquel chico frágil al que todos insultaban y pegaban.
La metamorfosis es evidente.
La pelusilla que asoma sobre la comisura de los labios es muy visible.
También lo es, pero solo para él, el vello púbico que le acompaña.
Pero esos cambios no han sido los únicos.
Ahora suena de nuevo la bocina, pero no siente miedo, solo una ligera excitación.
Escoge con paciencia a su víctima.
Sabe que aún no es tan fuerte como quisiera y para no correr riesgos elige a una chica fea y solitaria.
La ridiculiza ante todos, mofándose de su aspecto físico e insultándola hasta hacerla llorar.
Los chicos se ríen de ella mientras él consigue la aprobación buscada entre los más fuertes.
Manuel no siente remordimientos, pero tampoco es feliz.
Aún tiene pendiente matar a Diego y eso lo impide, pero solo es cuestión de tiempo......
La mano muerta, la mente muerta, la inocencia muerta
Manuel acaba de descubrir que nunca más podrá fingir estar enfermo.
Su madre hace tiempo que sospechaba algo, pero ayer decidió llevarlo al médico.
"Este chico no tiene nada, solo cuentitis".
La frase del doctor aún resuena en sus oídos.
No ha sentido vergüenza al escucharla, solo puede pensar en que mañana no podrá faltar al colegio.
El infierno este año se llama 4ºB, pero antes fue 1ºB, 2ºB..... el diablo no es Satán, ni Lucifer, simplemente se llama Diego.
La mano cerrada, la mente confusa, la inocencia tocada.
Mama siempre ha dicho que no se le puede pegar a nadie.
Y si mama lo dice debe ser así.
La terrible bocina anuncia la hora del recreo.
Un enjambre de niños revolotea a su alrededor, felices, pero el no quiere salir al patio.
Para hoy, su verdugo privado le tenía reservada una sorpresa.
Hoy no le pegara solo, se ha acompañado de varios "chulos" más y se lo pasan entre ellos como si de una pelota se tratase.
Sabe que no puede levantar la vista, ni siquiera hablar, de lo contrario los golpes serán aún más fuertes.
Manuel regresa a casa un día más, los labios prietos y las mejillas calientes.
Pero no dirá nada a nadie, se siente culpable.
La mano tiembla, la mente duele, la inocencia grita
No recuerda el número de palizas sufridas, las vejaciones recibidas, pero han sido demasiadas.
A su alrededor hablan de lo bien que lo pasaron en el viaje fin de curso, pero el decidió no ir.
El riesgo de que en su misma habitación estuviera Diego era importante, y solo con pensarlo temblaba de miedo.
Aun ha tenido tiempo su acosador de tirarle las gafas y pisarlas sin compasión, pero le ha dado igual, con un poco de suerte no tendrá que volver a verlo.
Manuel es buen chico, pero en su cabeza empieza a tener ideas extrañas.
La mano abierta, la mente cerrada, la inocencia perdida
El verano anterior a su entrada en el instituto no ha sido como los demás.
Su cuerpo ya no es el de aquel chico frágil al que todos insultaban y pegaban.
La metamorfosis es evidente.
La pelusilla que asoma sobre la comisura de los labios es muy visible.
También lo es, pero solo para él, el vello púbico que le acompaña.
Pero esos cambios no han sido los únicos.
Ahora suena de nuevo la bocina, pero no siente miedo, solo una ligera excitación.
Escoge con paciencia a su víctima.
Sabe que aún no es tan fuerte como quisiera y para no correr riesgos elige a una chica fea y solitaria.
La ridiculiza ante todos, mofándose de su aspecto físico e insultándola hasta hacerla llorar.
Los chicos se ríen de ella mientras él consigue la aprobación buscada entre los más fuertes.
Manuel no siente remordimientos, pero tampoco es feliz.
Aún tiene pendiente matar a Diego y eso lo impide, pero solo es cuestión de tiempo......
La mano muerta, la mente muerta, la inocencia muerta
Enhorabuena Antonio.Sinceramente te felicito por la calidad literaria de estos relatos.Te animo a que sigas escribiendo muchos más
ResponderEliminarGracias primo.
ResponderEliminarSon relatos cortos que he ido escribiendo a lo largo de varios años, pero nunca me han parecido lo suficientemente buenos para publicarlos.
Es más un pasatiempo que otra cosa.
Este concretamente lo escribí en 1998, ya ha llovido desde entonces.
Saludos.
Bueno Antonio, yo no sé si creerme que esto lo escribes tu. Si es así tienes un talento oculto que habrá que conocer. Enhorabuena, muy bueno.
ResponderEliminarMira que eres mal pensada primilla, jajaja. Siempre he escrito, lo que pasa que me daba mucha verguenza publicar nada porque me parecia de baja calidad literaria. En cualquier caso, es un entretenimiento, tampoco busco la excelencia. Saludos.
ResponderEliminarTe felicito Antonio no tiene que sentir verguenza y menos por escribir en publico, asi que te animo a que sigas, ademas con esa claridad que te caracteriza, no tienes porque avengonzarte de nada Un saludo y enhorabuena.
ResponderEliminarGracias amigo. Un abrazo.
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