sábado, 31 de agosto de 2013

La gemela


Sara andaba de nuevo de espaldas. Era algo que hacía desde siempre. Con un año recién cumplido sus padres la llevaron por primera vez a la playa y de repente, cuando nadie lo esperaba, comenzó a andar sobre la arena. Pero de espaldas.

Nadie pudo explicar nunca semejante suceso, no era nada normal que un bebe diera sus primeros pasos hacia atrás, pero es que Sara no era una chica corriente.

En su corta memoria de solo seis años no estaba aquel recuerdo, pero ella sabía que le llevaba a hacerlo.
De espaldas podía ver como la espuma que dejaba las olas al romper en la orilla, borraba las huellas de sus pies al volver al mar y aquello la fascinaba.

Hoy el agua que llenaba sus huellas antes de borrarlas presentaba un colorido especial, un arcoíris de luz hechizante, hipnótico.

Y sin darse cuenta ando muchísimo, más de lo que hacía siempre, tanto que al levantar la vista comprobó con sorpresa que la playa estaba desierta.

No entendía que estaba ocurriendo, pero en su ingenuidad decidió darse la vuelta y volver de espaldas hacia el lugar de donde partió. Sin duda aquello haría volver todo a la normalidad
.
Cerró los ojos, giro sobre sí misma y dio cuatro pasos hacia atrás antes de decidirse a abrirlos.

Lo que contemplo la dejo atónita. Frente a ella, como por arte de magia, estaba una niña con su misma cara, su mismo pelo y su misma cara de asombro…

Se pellizco la cara para asegurarse de que no era un sueño, pero aquella gemela inesperada no desapareció.
Volvieron sobre sus pasos, ambas, hasta encontrarse tan cerca una de otra que podían tocarse.

- ¿Quién eres?- pregunto.
- Yo soy Sara, ¿y tú?
- No puede ser, no eres real, tal vez el sol me ha dado demasiado tiempo en la cabeza.
- Perdona, pero creo que eres tú la que no existe, debes ser una alucinación.

La fantasía la había acompañado siempre, pero aquello superaba todo lo que había vivido hasta este momento.

- ¿Qué haces aquí?, ¿por que eres como yo?
- ¿Yo?, pero si solo quería ver mis huellas borradas, y de repente me encontré sola.
- ¿Sola?, ¿y te giraste con los ojos cerrados esperando que todos volvieran?
- Claro, y entonces apareciste tú, bueno yo…  ¿Qué está ocurriendo?

¡SARA, VUELVE, POR FAVOR!, ¡NO TE VAYAS! ...

      - ¿Lo oyes?, son mis padres quienes gritan.
      - Te equivocas, es a mi a quien buscan. Dame la mano y te lo demostrare. 

Por un momento dudo, le tendió la mano, pero algo le dijo en el ultimo momento que no era buena idea.

      - Sabes, no me fío de ti.

Sara se volvió y echo a correr, pero de repente, la que parecía ser su gemela, la alcanzo tirándole del pelo y arrastrándola hacia el mar.

Era tan fuerte que no podía impedirlo, y cuando quiso darse cuenta su cabeza estaba sumergida y su boca se llenaba de agua salada.

¡SARA, DIOS MIO, SARA!...

A través de la espuma contemplo como ya no existía la chica, por el contrario era una espantosa medusa quien la ahogaba sujetándola con sus tentáculos.

¡MI HIJA, POR FAVOR!...

Pero sus padres la llamaban, y no iba a dejarle ganar.

En un último esfuerzo, levantó la cabeza  y llenó sus pulmones de aire.
El monstruo desapareció, y al volver la cabeza pudo ver a su madre sonreír, a su lado, arrodillada entre la espuma que batía con fuerza aquellas rocas que nunca antes encontró en sus paseos, en sus extraños paseos.

2 comentarios:

  1. Hola Antonio. Soy Juan Maíllo. Por casualidad ví hoy tu blog. Me ha encantado tu relato. Muy original.Un abrazo

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