domingo, 7 de agosto de 2011

Crisálida


Sin vuelta atrás afronto el momento.

Por un instante creo ver la cara de mi padre reflejada en el espejo que lo vio morir. El mismo espejo donde cada mañana me alzaba para decirme entre risas que yo era el chico mas guapo del mundo, su machote, mientras peinaba mi rebelde flequillo. Después, sin tiempo para mas, me dejaba en los brazos de mi madre para que esta me llevara al cole mientras el marchaba a trabajar.

Ha pasado mucho tiempo ya desde entonces, de su muerte, de mi niñez, pero lo recuerdo como si solo una luna hubiera nacido y muerto hasta ahora.

Me hubiera gustado que hoy me esperara junto a mi madre, y contarle que no me gustaba ver aquellos interminables partidos de futbol junto a el, que me aburrían enormemente aquellas películas del oeste, que detestaba el disfraz de vaquero que me regalo… pero que cualquier cosa que me pidiera lo habría hecho sin rechistar.

No es que estas cosas se descubran de pronto, siempre aborrecí mi envoltorio, pero es cierto que aquella mañana, frente a aquel espejo, tuve la certeza de quien era sin ninguna duda.

El traje de mi madre era de seda, y aunque yo solo contaba diez años ya era casi tan alto como ella, encajando como un guante en mi piel, salvo por aquello, aquello que sobraba en mi cuerpo…

No tuve tiempo para contárselo… joder, solo era un niño asustado en un cuerpo equivocado y él se fue muy pronto.

Me hubiera gustado que hoy me esperara junto a mi madre y contarle que ha llegado el momento, que su machote lo querrá igualmente cuando acabe todo, cuando en mi cuerpo encajen trajes de seda sin que nada moleste, sin que nada me avergüence…

Mis ojos se vuelven pesados, y sonrio antes de quedarme dormido, cuando despierte no habrá rastro de Mario, solo quedara María.

Sin vuelta atrás afronto el momento.

2 comentarios:

  1. Ayyyyyyyyy, la verdad es que tiene que ser muy duro sentirse así. Te felicito Antonio.Saludos.

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  2. No debe ser nada fácil vivir en un cuerpo que no reconoces, nada fácil. Saludos.

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